El tren de nuestra niñez

     Tengo contraída una deuda conmigo mismo desde hace bastantes años, que hoy, por fin, estoy decidido a saldar: dedicar unas líneas al ferrocarril “Santelices-Calatayud”, más conocido por el trayecto que nunca llegó a realizar: “Santander-Mediterráneo”. Desde hace tiempo esta idea me ronda la cabeza, pero el impulso que uno precisa para ponerse a escribir unas veces me lo ha frenado la añoranza, otras la sensación de que no sería capaz de controlar la emotividad que en mí produce, lo cual no suele ser bueno, y siempre una cierta mala uva que el tema de su cierre despierta en mi persona.

     En el verano del año pasado, 2011, tuve la ocasión de realizar andando un trayecto del recorrido del antiguo ferrocarril entre Oña y Trespaderne, a la altura de La Sante [A propósito de esta propiedad, Elías Rubio sostiene que La Santé, que dicen algunos, no tiene que ver con la traducción al francés de “la salud”, sino que deriva de “Vallis Sanctis”]. Fui con mi amigo Antonio Soto, un enamorado de esas vías que han quitado, de las estaciones abandonadas que se derrumban, de aquellos trenes y vagones que ya no circulan. Durante una hora larga me habló de ese tren, no recuerdo si por décima o doceava vez, ya que es tema recurrente aprovechando los paseos por el monte. Mientras pasábamos por uno de los túneles paralelo a rio Oca, me contó que un pariente suyo fue el contratista que realizó aquel trayecto. También resaltó la importancia económica que tuvo el tren en la comarca siendo el medio más idóneo durante muchos para dar salida los productos de estos valles hacia la meseta. Su padre, quien durante muchos años trabajó en la estación de Medina, fue una buena muestra de ese comercio enviando sacos de caracoles y otros productos del campo a Burgos. Me consta que como él somos muchos los nostálgicos que echamos de menos el chacachá del tren, el silbato de la locomotora, aquellas vías por las que circulaban vagones. Trabajadores, o más bien ahora hijos de trabajadores, que construyeron la línea, oficiales de mantenimiento en los talleres de Horna, jefes de estación, mozos, guarda barreras, proveedores de agua y carbón, maquinistas y conductores de ferrocarril, etc. Todo un universo que conocimos entorno al tren, del que nuestros hijos no tendrán conocimiento sino queda escrito.

     Existen diversas páginas web en internet dedicadas a esta línea de ferrocarril y algún libro [en una librería del Espolón de Burgos vi uno titulado: "El ferrocarril que perdió el Norte". Lastima que era domingo], en donde pueden leer a propósito de la justificación del proyecto, desarrollo y utilidad; muchas anécdotas acontecidas al personal que en él trabajó o simplemente viajó durante más de medio siglo. Muchas fotos, algunas de excelente calidad, mostrando los huesos del cadáver que han dejado. No voy a repetir lo que otros ya han dicho, razón por la que intentaré aportar algo distinto.
     Revisando las hemerotecas de prensa he encontrado alguna cosa.
     El proyecto, casi definitivo, fue terminado en 1921 por los hermanos Aguinaga y aprobado en Julio 1924; en el mismo no entraba el trazado Cidad-Ontaneda. Para los burgaleses de entonces el puerto de mar que les comunicaba con el mundo era Santander, no Valencia; el tramo más importante no quedó aprobado. Los medineses también fueron conscientes de la importancia del proyecto en su totalidad, pues encuentro en el ABC de 03/07/1924 la siguiente noticia muy escueta:
”El ministro de Fomento recibió a una numerosa comisión de Medina de Pomar, que le habló de asuntos relacionados con el ferrocarril Ontaneda-Calatayud”.

Sirva como ejemplo, Jesús Domínguez, que se anunciaba como fabricante de armonios y pianos en el diario La Vanguardia de fecha 23/12/1924; un industrial medinés que precisaba un medio para sacar sus productos de Medina[1].

El ferrocarril se licitó y ejecutó por tramos. En la provincia de Burgos el primer tramo que ejecutaron fue Burgos-Cabezón de la Sierra, 76,6 Km., se inauguró en 1927; un segundo tramo Burgos-Peñahorada se realizó también muy pronto, inaugurándose en 1928; algo más costoso fue el tramo Peñahorada-Trespaderne, de 48,5 km. Quien desee información sobre estos trayectos, anécdotas, trabajadores, etc, la referencia indispensable es, como casi siempre, Elías Rubio, relato: “Hombres del Santander-Mediterráneo” en el libro “Burgos en el recuerdo”. Por último, el tramo Trespaderne-Cidad, de 44,7 Km., fue inaugurado el 21/11/1930.

     Para entonces, nuestros ancestros que ya se habían dado de que los últimos de quienes uno puede fiarse son los políticos, decidieron juntarse para reivindicar su finalización. ¡Qué olfato tuvieron!. En una lección que no debiéramos de olvidar, entendieron que esto era un asunto de todos. Se juntaron gentes de distintos pueblos, ayuntamientos, provincias, de diferentes opciones políticas e ideologías para manifestarse juntos pidiendo la continuidad de las obras. El diario catalán LA VANGUARDIA en fecha 22/09/1931 editó la siguiente crónica de un día memorable:

Mitin pro ferrocarril Santander-Mediterráneo
Organizada por el 'Círculo Mercantil de Santander se celebró en el pueblo de Cidad (Santander), una importantísima reunión con objeto de pedir al Gobierno la continuación de las obras del ferrocarril Santander-Mediterráneo.
De la capital montañesa acudieron cerca de dos mil personas con representaciones de las fuerzas vivas y autoridades.
En Burgos se formó un tren especial que condujo a dicha Cidad a los representantes en Cortes, a las autoridades y a representaciones diversas.
Una vez en el citado pueblo, unidos burgaleses y santanderinos en el lugar donde se han dado por terminadas las obras del ferrocarril.
Bajo un sol abrasador el presidente del Círculo Mercantil de Santander y los presidentes de aquella Diputación y de la de Burgos, discursearon, poniendo de relieve la importancia que tiene la terminación dé esta línea y prometiendo levantarse todos para conseguir, por la fuerza, lo que se les niega por grado, olvidando si es preciso la disciplina de partido.
Después regresó la multitud a Medina de Pomar, sirviéndose en la plaza Mayor un banquete de 300 cubiertos a las representaciones oficiales. Al final se leyeron numerosas y valiosas adhesiones.
Pronunció un discurso el alcalde de Medina, haciendo un llamamiento a todos para laborar en favor de España, siguiendo procedimientos distintos a los usados por otras regiones que medran a costa de Castilla.
El alcalde de Santander aseguró que el ferrocarril se hará, pues de lo contrario emplearemos la «justicia catalana».
Anuncia que pondrá la vara a disposición del Gobierno si permanece sordo a estas demandas de justicia.
El alcalde accidental de Burgos dice Que si hay responsabilidades deben exigirse; pero que es preciso construir el ferrocarril, por lo Que invita a los representantes en Cortes que dejen a un lado los intereses de partido y trabajen en pro de esta obra.
El subdirector de la compañía constructora don José Aguinaga, anunció que aquella desea vivamente terminar la construcción, asegurando que las responsabilidades no son más que calumnias.
El presidente de la Diputación de Santander manifestó que sólo se necesita la unión para vencer los obstáculos que se presenten.
El presidente de la Diputación de Burgos, en nombre de los diputados a Cortes, anunció que éstos olvidarán sus tendencias políticas para poner su único pensamiento en el ferrocarril. Cree que el Gobierno tiene las manos limpias en este negocio y lo que debemos hacer –dice- es quitarle la venda, que le oculta ver la justicia de nuestra demanda.
Finalmente se acordó dirigir al ministro de Fomento un telegrama en nombre de las representaciones oficiales y corporaciones económicas de, Santander, Burgos, Soria, a Calatayud, recogiendo las aspiraciones señaladas.
Se habló al final de dimitir todas las autoridades de las provincias interesadas y paralizar la vida de las mismas si no se atiende a su justa demanda.—Vargas.
     [Antes de que algún lector me recuerde que el Cidad citado es Cidad de Valdeporres, del Ayuntamiento Merindad de Valdeporres, provincia de Burgos, lo recuerdo yo. Un poco tarde para recordárselo al periodista].

     La noticia en su día tuvo su impacto y también se publicó en el diario ABC del 26/09/1931.

     Como han leído la manifestación, con muchos políticos que decidieron un día olvidarse de la política para defender su tierra, acabó con una foto de familia peculiar y una comida frente al Ayuntamiento de Medina.


    















[Si un adjetivo se puede poner a los medineses en conjunto, tratado como pueblo, es: folclórico. Hacemos Cabalgata de Reyes, Carnavales, subasta del Ramo de San Isidro, desfiles y pasacalles varios con autoridades o sin ellas, desfiles de Peñas, quema de pañuelos, un sin fin de procesiones, etc. Y si no hay un motivo reconocido nos da igual, nos disfrazamos y tiramos más cohetes que los valencianos, para celebrar “que nos da la gana”. Hay que reconocer que nos gustan las manifestaciones populares, tradicionales en el verdadero sentido de la palabra, o las que creamos antes de ayer y hemos decidido que es tradición. Nos sé si esto es un asunto genético o se explica de una forma más sencilla: este culto al numerito es parte de nuestra socialización, lo vemos desde niños, está incorporado en nuestra educación. Personalmente creo que no es malo, nos hace piña, nos hace pueblo].

      Recordaré para quién no me siga que, en aquellos años, Lorenzo Roldán siempre tendía su mano amiga a Medina de Pomar, su pueblo natal. Con su influencia consiguieron que El Mundo Gráfico dedicase dos fotos a este evento en su edición de 30/09/1931, que aquí acompaño. En la misma revista aún se anunciaba el libro de poesías escrito por Lorenzo titulado: “Españolas”.

    En el ABC de 19/10/1978 vuelvo a encontrar otro artículo de un reportero que realizó el viaje en tren de Burgos a Villarcayo. No tiene excesivo interés.

     Un día de Nochevieja, el 31/12/1985, un grupo de villarcayeses madrugó para acudir en Horna a la despedida del último tren. Creo que todas las Merindades unidas, por aquel entonces, debimos hacer algo más que un gesto de nostalgia.

     En lo personal, les contaré que, al igual que otras personas de la comarca, nací en un hospital de Burgos, por lo que es muy probable que mi primera llegada a las Merindades fuese en ese tren. También puedo contar que soy uno de los pocos, que sin ser ferroviario profesional, se montó al menos dos veces en Medina de Pomar, hacia las 7 h y 15 m de la mañana y llegó a Catalayud pasadas las 5 h de la tarde. Nuestro tren al que técnicamente denominaban ómnibus otros lo llamaban tren correo. Tanto en su ida como en su regreso, disponía de un vagón de correo en el que un par de funcionarios, del entonces organismo público, recogían y entregaban las sacas, clasificaban las cartas en casilleros, etc. Uno de mis viajes Medina-Calatayud, con nueve años y sólo, lo hice en dicho vagón bajo la custodia del jefe denominado Miguel. Aún recuerdo los muchos kilómetros realizados entre pinares, la parada de más de una hora en Soria, el contraste con los paisajes duros y áridos hacia Aragón.
     En Medina, complementaba el servicio, que daba el tren a los pasajeros, un autobús de la empresa local "La Estrella". Lo recuerdo a principios de los años 60, haciendo el recorrido nocturno de Somavilla a la Estación, y viceversa. Estaba dotado de una enorme baca encima del techo en donde se transportaban las maletas de los viajeros y otros bultos facturados en Renfe. Disponía en su parte posterior de una escalera para subir a la baca. Creo que la empresa destinaba a este servicio algún autobús un poco más viejo y solía correr muy poco (seguro que la carretera también ayudaba los suyo). A su paso por la Ronda le esperábamos los chavales para colgarnos de la escalera; sino eramos capaces, seguiamos corriendo tras el y lo pillábamos subiendo "La Raposa". Los bultos los repartía Frias con su carretilla de madera; por la calle Mayor iba con su hijo Fermín repartiendo muebles, objetos de bazar, ropa confeccionada, zapatos, alimentación, productos de droguería,... Eran otros tiempos, cuando en la calle Mayor había tiendas.
     La nostalgia a veces no es buena, menos en el caso presente en que provoca mala leche y me entran ganas de vomitar algún taco. Un día de estos, espero que no pasen otros diez años, escribiré un relato alegre sobre un viaje cualquiera en ese tren, que para mí, al igual que para otros, también fue el tren de nuestra mocedad. 

[1] A propósito del fabricante de armonios, Miguel Angel Vivanco, burgalés, con ascendencia en las Merindades (sobrino de D. Bruno, capellán de las monjas de San Pedro en los años 70) y desde hace muchos años residente en Edimburgo, ha tenido la deferencia de enviarme una referencia a una página de la Fundación Joaquín Diaz. En la misma pueden apreciar una foto del armonio "Divina Pastora" patentado por D. Jesús Domínguez y fabricado en Medina de Pomar.  Recomiendo a los amantes de la música, instrumentos musicales y antiguedades en general visiten la página:
¡Qué pena no disponer de uno similar en el museo de las Torres!
También me envía dos fotos. Una de ellas supongo tiene al menos 50 años. Dispone de una calidad muy baja pero un gran valor. Es de "nuestro tren" con locomotora a vapor. Observen la inmensa humareda originada por la combustión del carbón. Gracias Miguel Angel.


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