El paso del C.T.V. por las Merindades (IV): Fuoco in L'Escudo

     Licio Gelli fue todo un personaje, con cuya biografía se pueden llenar varias novelas. Fascista, y por encima de todo anticomunista, vino a la G.C. de España enrolado en los “camisas negras” del C.T.V. Tras su regreso a Italia, en 1940, hizo un libro titulado “Fuoco Cronache legionarie della insurrezione antibolscevica di Spagna”. Al igual que otros libros del mismo género, lo primero que hace es explicar, con un soporte de historia reciente (Dictadura de Primo de Rivera, Monarquía y República), porque tuvo que venir a España a salvarnos, pegando tiros y matando españoles. Posteriormente empieza, con el consabido tono de gesta épica, a narrar las batallas de la G.C. en las que participó el C.T.V.
     Desconozco si este combatiente estuvo o no en primera línea de la batalla del Escudo. Pero, entre los libros que he leído, es el único autor-protagonista que habla desde “el corazón del combate”, no desde la retaguardia. También seguiré, para la documentación de este capítulo,  las crónicas que para el periódico Stampa de Turín hicieron Riccardo Forte y Sandro Sandri.

14 de Agosto de 1937

     Eran las 5 de la mañana del sábado 14 de Agosto de 1937[1], apenas se vislumbraban los primeros rayos de sol, cuando el cielo de las Merindades se cubrió de aviones. Bombarderos de la Regia Aeronáutica Italiana y la Legión Cóndor Alemana, escoltados por cazas Fiat CR32 destacados en el aeródromo de Villarcayo, fueron lanzando, apenas sin reproche, su mortífera carga por todas las trincheras que el ejército republicano tenía en el Valle de Valdebezana y en el Alfoz de Bricia. El día naciente desapareció. El cielo azul quedó oculto por el manto negro producido por la nafta quemada de los aviones y las columnas de humo que levantaban las bombas al explotar. Fue el estruendo de la tormenta más cruel que recuerden nuestros antepasados. Presagio negro para el ejército republicano en la deriva de aquella guerra.
     Por el lado oeste los bombarderos intentaban destruir la naval de Reinosa y el nudo ferroviario de Mataporquera, en donde se cruzaban las vías que unen el norte con el sur (Cantabria y Castilla) y el este con el oeste (Vizcaya y León), y aún hoy se siguen cruzando.
Castrillo de Bezana
     Los pocos cazas de ejército republicano que se atrevieron a intentar parar a los bombarderos, entraron en encarnizados combates aéreos con los “cherris” italianos, la ventaja sin duda para estos últimos[2]. La superioridad aérea de los agresores extranjeros, en número y calidad de aviones, fue abrumadora.
     Entonces se comprobó porque el ejército sublevado y el C.T.V. esperaron tanto para dar la batalla. El alto mando del C.T.V. necesitaba unos planos precisos. Durante varias semanas la “Sezione Topocartografica” enviada desde el “Istituto Geografico Militare de Florencia” había hecho un buen trabajo. Me atrevo a decir que imprescindible. Los bombarderos sabían donde era preciso soltar su lastre mortal. Necesitaban un pronóstico meteorológico preciso, para saber que sus aviones podrían actuar. Habían acumulado en la retaguardia próxima todo el material necesario para la terrible ofensiva.



[Los objetivos de los bombarderos coinciden con el mapa de asentamiento de trincheras que facilité en el capitulo anterior, desarrollado sobre la exposición de Miguel Ángel Fraile en Cuadernos de Campoo. Los bombardeos más fuertes tuvieron lugar en el triángulo formado por Cilleruelo de Bricia, Riaño y Soncillo].

     Pasadas las primeras horas, a los bombardeos aéreos se unieron los de la artillería del C.T.V. El regimiento de artillería de la división Fiamme Nere, a ritmo de cincuenta disparos por minuto, hizo temblar la tierra de las Merindades como si fuese de cartón. El ruido era ensordecedor. El aire de aquella mañana limpia y soleada se fue llenando del olor de la pólvora. Los campos verdes se fueron tiñendo de rojo. Los soldados republicanos solo tenían dos opciones: morir en las trincheras o salir retrocediendo[3]. Salieron de las trincheras, abandonando posiciones y armas. Puede que hasta los topos tuviesen que abandonar la protección de la tierra, aquel día maldito. Sólo los tanques Renault hicieron frente, durante unas horas, a la artillería del C.T.V. hasta que cedieron ante los Fiat Arnaldo de los carristi italianos.

Observando los bombardeos desde Monte Maza
 [ OBSERVATORIO DEL MONTE MAZA
     El historiador italiano Ferdinando Piedrali cuenta: "Il mattino del 14 Agosto, il Generalissimo Franco era nell'osservatorio del Comando del C.T.V. sul Monte Maza". No lo pongo en duda, pero aún no he encontrado una foto. 
     En las fotos que se acompañan, tomadas de los documentales que archiva el Instituto Luce, se pude observar al General Ettore Bastico, Jefe Supremo del C.T.V. en la Batalla de Santander, observando los bombardeos desde un refugio en el Monte Maza. Cuentan sus biógrafos que fue herido en esta batalla y que a partir de entonces le llamaron el "general bombastico". No me extrañaría que fuese humor negro español. Al poco tiempo fue sustituido. Al iniciarse la II Guerra Mundial fue enviado como Jefe del Ejército del Norte de África, pero lo relevaron por sus diferencias con Rommel. Dicen que murió en el olvido a los 96 años de edad.
Generales Ettore Bastico y Attilio Feruzzi
El general Annibale Bergonzoli fue el único que permaneció en su puesto durante toda la G.C.: General de la División acorazada Littorio. Por su actuación en esta batalla le concedieron la Medalla de Oro al Valor Militar. Hay quien dice que estaba muy valorado, tanto por Mussolini como por Franco. Al igual que el anterior había estado en las guerras coloniales de Italia en África. Por los pelos de su barba era conocido como :"Barbaeléctrica". Al inicio de la II Guerra Mundial dirigió el XXIII Cuerpo del Ejército en Africa. Acabo preso y deportado a USA en 1941. Finalizada la guerra, en 1946, le dejaron volver a Italia.   Murió bastante mayor. Al parece, quien aguantó la guerra, aguantó todo lo que le echaron].


http://www.youtube.com/watch?v=AoAEQ9etbjo&feature=plcp

Zio Peppino in Raspanera
     Hacía el mediodía la división “23 de Marzo” lanzada en la zona sur, del frente asignado, tomó el cerro Raspanera, dirigiéndose a Montoto y Bezana. “Fiamme Nere” avanzó más al norte, tomando la estación de Soncillo desplazándose después hasta el Monte Picones[4].
     Sólo el destino consiguió parar aquella encarnizada batalla, el Apocalipsis en las Merindades. Eran las 4 de la tarde, cuando en pocos minutos se echó una niebla densa, que impidió los ataques aéreos y el avance de la artillería e infantería[5]. Para entonces las divisiones del C.T.V. habían tomado todos los pueblos que encontraron hasta hacerse con el control de la carretera Burgos-Santander.
     En el capitulo anterior comenté sobre la estrategia planteada por el ejército sublevado de presentar dos frentes. En el frente italiano la táctica supuso lanzar por delante a las divisiones de infantería Fianne Nere al norte y XXIII de Marzo al sur. Detrás de ellas actuaba la división Littorio, a decir de algunos la mejor artillería de la G.C. y junto a ella preparada una Brigada Celere de intervención rápida.

15 de Agosto de 1937

     Con los primeros rayos de sol también levantó la muerte, con su maldita guadaña hambrienta de vidas.
     Por el lado Este del frente, los legionarios de la división "23 de Marzo" y requetés controlaban todo el Alfoz de Bricia. Más al Norte, la división "Fiamme Nere" llegó hasta el pueblo de Corconte y se situó en la falda del Escudo.
     A las 15, 30 hora de la tarde, tres bengalas de humo negro altísimas daban la señal a la infantería para avanzar[6]. La División Fiamme Nere marchó al asalto. Tres columnas salieron hacia la montaña en orden perfecto. Los veloces carros armados de la división Littorio, fueron ascendiendo en fila por la carretera hacia Venta Nueva. La aviación atacó las posiciones de las baterías que el ejército republicano mantenía en la cresta.
     Dicen los expertos en guerras, que al final de las batallas, por muy evolucionadas que estas sean, los últimos metros son de la infantería; de la bomba de mano y el fusil con la bayoneta calada; del cuerpo a cuerpo, de la muerte con rostro, sintiendo  el aliento del enemigo. Durante toda la tarde, bajo un sol abrasador, la batalla fue feroz.
     Por el frente oeste, a las 5 de la tarde la 4ª y 5ª brigadas de requetés navarros daban por conquistada Reinosa, ante la desbandada del ejército republicano. Después avanzaron hacia Orzales.
Prigionieri rossi catturati dai legionari durante la bataglia (algunos casi niños)
     Más de dos batallones del ejército republicano habían quedado embolsados por la tenaza formada entre el C.T.V. y los Requetés. La estrategia del ejército sublevado había funcionado. Durante el día se fueron entregando. Dejaron atrás los tanques, las ametralladoras, los morteros…la esperanza. No les quedó otro remedio que rendirse. Al atardecer los últimos batallones republicanos, que resistieron haciendo frente, aprovecharon para huir por el camino que de Lanchares va a San Miguel de Aguayo. Triste día sin duda; para algunos el último de su vida, para otros el de la vergüenza que intentarían no recordar jamás.

     Era la noche de la Asunción de la Virgen, aunque con más propiedad, para los italianos del Escudo era la “Notte di Ferragosto”. Una noche mágica que durante días esperan con ilusión los jóvenes de aquel pais. Una fiesta de iniciación en que los chicos y chicas intentan buscar pareja en las verbenas de las ciudades de Italia.
     ¿Qué hostias pintaban aquellos muchachos allí, jugándose la vida cada metro que avanzaban? ¿A 2000 kilómetros de sus pueblos cantando la “giovinezza”?.


16 de Agosto de 1937

     Cuando amaneció el día siguiente, el Ejército Republicano había abandonado sus posiciones en el Escudo. Las tropas habían retrocedido hasta la tercera linea defensiva situada varios kilómetros atrás, dirección al Norte. El abandono de las mejores posiciones dejaba claro que era un Ejército desunido, desmoralizado, con muchas deserciones, falto de profesionalidad y liderazgo.


Hospital de sangre de Villarcayo

     Cierto que de momento, al menos en aquella batalla, los italianos habían salvado el pellejo; pero esta no era su guerra. La cifra de bajas, siempre fría e indiferente como si contasen patatas, contabilizó en su bando: 30 oficiales y 456 soldados de tropa muertos; 1547 heridos y 1 desaparecido. Matar o morir por 20 liras diarias, el sueldo de un legionario[7].
     Durante todo el día los hospitales de campaña se fueron llenando de heridos, necesitados de soluciones rápidas, en la mayoría de los casos amputar. El hospital de sangre de Villarcayo quedaba plagado de moribundos, esperando cavasen su fosa en el cementerio[8].
     Los capellanes castrenses[9] no daban abasto para decir la última oración por los compañeros caídos. Iban de pueblo en pueblo del Valle de Valdebezana. En el cementerio del pueblo más próximo a donde habían caído, les decían un responso.

     En las Memorias de Andrés Peña Varona, nacido en Ahedo de las Pueblas, párroco de Quintanentello al estallar la G.C., con muchas relaciones personales en la comarca, cuenta al respecto de esta batalla:
 "Lo trágico y doloroso fue el día del avance, aunque no hubo bajas entre los vecinos del pueblo, si las hubo entre los falangistas e italianos.

No pudo operar la artillería que estaba en la Maza, por causa de la niebla, y al intentar tomar las posiciones a cuerpo descubierto, como ellos estaban bien protegidos en los parapetos, todos caían en el momento que se acercaban; y no consiguieron expulsarles de las fortificaciones.....
En la recogida y traslado de muertos y heridos participaron los vecinos del pueblo, los heridos los llevaron a la linea de la Robla, para por tren trasladarlos al hospital, y a los muertos al cementerio, donde reposan los falangistas y los italianos, en un trozo de terreno adosado al cementerio."

Sin duda una parte de los heridos fueron a Bilbao. Otros fueron evacuados por el ferrocarril de Santelices a Burgos. Algunos quedaron ingresados en el monasterio de Oña que, durante la Republica había sido expropiado a los Jesuitas, actuó como hospital de guerra. A un lado de la colegiata del Salvador se encuentra el cementerio. Una cruz y una lápida para los caídos por Dios y por la Patria.  La mitad derecha de la lapida es para los españoles y la mitad izquierda par los italianos. A la izquierda figuran los apellidos y nombres , en el centro la unidad y a la derecha la fecha de fallecimiento. Casi todos fallecieron en Agosto de 1937.

     20 liras diarias para luchar contra la rivoluzione rossa, la croisada antibolscevici bendecida por el santo padre.

  El 16 de Agosto por la mañana el Ejército Republicano había abandonado sus posiciones en las crestas del Escudo. El 26 de Agosto el ejército sublevado entró en Santander con el general Dávila y los requetés a la cabeza, detras el C.T.V. con los carristi.
Tarjeta conmemorativa
Reparto de medallas

















[Anexo al capitulo IV]
El Monte Picones

[    En distintos apartado del paso del CTV por las Merindades va a salir a colación el Monte Picones. En concreto, en las referencias a crónicas de periodistas italianos que siguieron la batalla los días 14 y 15 de Agosto y como pie de alguna fotografía. No busquen un monte con esta denominación en Burgos, no existe; no lo encontrarán ni en los mapas de SIGPAC, ni en los del Ejército. 
    El 7 de Agosto de 2012, 7 días antes del 75 aniversario de la batalla, fui a Castrillo de Bezana. El termómetro marcaba cerca de los 40 º C, tal vez como el día del "Apocalipsis en las Merindades". Saludé a un hombre de avanzada edad que intentaba escapar del calor como podía. Al igual que las personas de otros pueblos que estoy visitando, éste estaba deseando hablar con alguien. Las preguntas son elementales:
- ¿Usted es de aquí? .¿Me puede decir donde queda el Monte Picones?.
- ¿Los Picones?
Me contesta. Me cuenta que es natural de Castrillo, el último ganadero que queda. Me advierte que "Los Picones" corresponden a la Junta Vecinal de Riaño y yo empiezo a entender que éste pequeño monte tiene diversas denominaciones. 
- Allí estuvieron los rojos frente al Monte Maza donde estaban los nacionales. ¡Puf!.
Exclama moviendo la mano, como  intentando decir menuda la que se armó.
Le pregunto por una fuente que hay antes de llegar al pueblo con un letrero que dice: Fuente Romana San ....(ilegible). A su forma, me explica que es una fuente de aguas termales y el nombre se lo pusieron unos veraneantes de Madrid. 
   El calor aprieta, razón por lo que decido despedirme de mi amable interlocutor.
- ¿Y usted de donde es?. Lleva un coche de San Sebastián.
- No se le escapa ni una, abuelo.

   
     El viernes 9 de Agosto, algo menos caluroso, dejo el coche en Quitanaentello y me dirijo a noreste. Poco más de un kilómetro y me adentro en los Picones. Algún animal ha debido de morir recientemente, esta lleno de buitres. Mal fario para ir a visitar un campo de batalla. Dos o tres kilómetros cuadrados donde debieron de morir muchos soldados de ambos bandos. Vuelvo a leer las palabras de Lamberti Sorrentino a propósito de la mañana del día 14 de Agosto de 1937: "I rossi non si sono arresi. Malgrado che l'artiglieria avesse escardinato ogni difensa organizzata, i santanderini hanno resistito nei ridotti fino ad esaurire la riserve di bombe a mano e, alcuni, si sono difesi all'arma bianca. Monte Picones rigurgita di cadaveri". 
Detalle marcas metálicas


Rocas en "Los Picones"
Algunas rocas areniscas presentan unas hendiduras cilíndricas y en su exterior algo de metal ferruginoso. Consultaré con un geólogo para saber si pude ser algo consustancial con la formación de estas rocas y por tanto su presentación responde a un fenómeno natural o si por el contrario son esquirlas metálicas, restos de los impactos de armas de infantería, artillería o bombardeos. No me molesto en buscar casquillos de bala o similares, en su día los aldeanos arruinados  ya lo hicieron para venderlos a los chatarreros y sortear la miseria.
    Está claro que el "Monte Picones", como escribieron los italianos, "Los Picones" que dicen los nativos y "El Mojo", que es como lo denominan en los mapas, son las mismas formaciones rocosas. 
     De allí las trincheras se dirigían a Virtus, en sentido norte-sur. Cruzo la carretera y marcho hacia allí. Cuando asciendo a la cuota 945 (Alto de la Coronía) contemplo la vista de un feroz campo de guerra, un territorio donde estuvieron frente a frente las dos Españas que se odiaron a muerte. Y unos italianos que nada pintaban allí.
Izquierda "Los Picones". Derecha "Monte Maza"
 Garitas en piedra

     
Derecha sobre la carretera
Izquierda bajo la carretera










A un kilómetro de Quintanaentello, en el kilómetro 565 de la carretera N-232, dirección Santander, se encuentran unas oquedades talladas en la roca. Estas oquedades están situadas una a cada lado de la carretera sobre la linea de trincheras que van de El Mojo a Virtus. Sus medidas corresponden con las de una garita. Puedo equivocarme pero lo veo bastante claro.] 


     Después vinieron las medallas, los homenajes y los panteones para los muertos. El 14 de Julio de 1939 el general Gambara y el Conde Ciano aparecieron por Corconte para inaugurar el cementerio en honor a los legionarios caídos. Un mausoleo, conteniendo un columbario con 360 nichos, uno por soldado muerto y 30 en el sótano para los oficiales. 390 cruces blancas, que quien hoy escribe conoció en 1964, cuando aún algunos italianos paraban en verano para honrar "lo zio o il nono che è morto nella guerra in Spagna".

http://www.youtube.com/watch?v=7C29bvR1bqE&feature=plcp

15 de Agosto de 2011
    

Dos generaciones más tarde, como ocurre casi siempre, llegó el silencio, el olvido. Desaparecieron las cruces blancas que recordaban a los caídos, vaciaron los columbarios, Hoy, solo las mansas vacas, indiferentes antes los héroes, andan por el cementerio dejando su recuerdo. Imagine el lector cual es. Vanidad de vanidades, todo es vanidad.




     Pero, ¿Quién se acuerda esta noche de los italianos muertos en las Merindades?.
     Es de noche. Veo las columnas de humo negro producidas por la pólvora quemada elevándose al cielo, oigo el estruendo de las explosiones, el grito ensordecedor de la muchedumbre, siento sobre mi cuerpo los empujones de un tropel; a mi espalda oigo hablar italiano….Son los jóvenes italianos de hoy, que contemplan los fuegos artificiales de la semana grande de San Sebastián. Mañana por la mañana, en formación, como si del C.V.T. se tratase, atacarán por el Cantábrico cabalgando sobre sus tablas de surf, tomarán la playa de la Zurriola e intentarán conquistar algunas chicas. Me alegro. ¡Qué pena que hace 74 años no vinieron con este mismo propósito!

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[1] Recuerdo que España hasta 1940 disponía del horario que por su situación le corresponde. En ese año añadieron una hora para que el horario coincidiera con Alemania e Italia. Posteriormente se impuso otra hora más, como corrección de verano. Por consiguiente las 5 de la mañana en 1937 equivalen a las 7 de hoy y las 4 de la tarde a las 6 p.m. actuales.
[2] El trabajo de los cazas italiano debió de ser muy brillante. Por las hojas de servicio se sabe que Ernesto Botto, el capitán de la 32 escuadrilla con destino el Villarcayo, despegó 5 veces ese día para misiones de acompañamiento.
[3] Lucio Gelli en Fuoco dice: Gli sbarramendi costruiti dal nemico verso Soncillo si moltipilcavano qui ad ogni paso rivelando nn’acuratezaa ingegnosa che ricordava le cinture fortificate di Bilbao…Era un rullio continuo di esplosioni, un clamore assordante, infernale…Daba un tono di apocalitlico splendore…
Los habitantes de Virtus, que fue frente durante un año, sobre la roca arenisca, existente en las afueras del pueblo, cavaron un refugio antibombardeos. No salieron en dos días, apocalitlico splendore...
[4] Las divisiones del CTV (citadas en el I) se habían reorganizado sobre su composición inicial. Dio lo Vuole y Pene Nere se integraron en la 2ª Fiamme Nere. La agrupación XXIII de Marzo, en honor a la fecha de fundación del fascio, pasó a ser la 1º división. Posteriormente se integraron las dos en una y surgieron las brigadas mixtas (italianos y españoles) de Flechas. La división Littorio, la más profesional, organizada en la ciudad de Littorio, continuó sin cambios.
[5] En todo el Cantábrico burgalés cuyas laderas miran al sur, los días de más calor se produce el fenómeno que lo meteorólogos conocen como solanas y umbrías. Desde del amanecer estas laderas reciben los rayos solares acumulando mucho aire caliente y evaporando agua que se concentra en las laderas norte. Hacia la media tarde las capas de aire caliente que se han formado ascienden y su lugar lo ocupan las capas frías, con humedad acumulada (niebla), que se desplazan del norte.
[6] Sigo la crónica que para el periódico La Stampa de Turín escribió Sandro Sandri .
[7] Superior al de una maestra de 550 liras mensuales. Sin duda, muchos vinieron a quitar el hambre.
[8] El hospital de sangre de Villarcayo estaba próximo al antiguo cementerio de la ermita de San Roque. Este cementerio, hoy desaparecido, tuvo 95 tumbas de italianos, según relata Dimas Vaquero en el libro CREDERE, OBBEDIRE, COMBATTERE (Título que coincide con el lema de la división Littorio). Sin duda a los que morían en el Hospital los enterraron allí. 
     El pie de foto es erroneo. Tanto en Las Cabañas como en Cabañas de Virtus no disponen de cementerio. Tradicionalmente a los del primer pueblo les entierran en Virtus y a los del segundo en Cilleruelo de Bricia. Visitados ambos cementerios compruebo, que ha día de hoy, no existe ningún recuerdo de los mismos. Entiendo que los llevaron al osario del Escudo.
[9] Los capellanes castrenses no eran voluntarios. El obispo castrense les seleccionó con el único criterio de su voluntad. Supongo que más de un capellán se acordó del obispo cabrón que le envió allí.

2 comentarios:

  1. ¡Saludos!
    Tremendamente interesante este relato, que me toca muy de cerca. Mis antepasados son de Robredo de Las Pueblas, que queda justo debajo de La Maza y de Los Picones, hacia el norte. Sí que se cuenta dónde estaba cada uno de los bandos, e incluso que los italianos dejaron algunas inscripciones en rocas. También se cuentan historias de maquis en la zona, pero la tónica general ha sido siempre el silencio. He subido varias veces a La Maza (encontré un casquillo, pero no sé si sería de la guerra), pero nunca he ido a Los Picones (asignatura pendiente). Por cierto, por si te resulta de interés, están haciendo una pista en Los Picones, por si van a fastidiar el entorno en tu búsqueda de pruebas. Como sea verdad eso de que Franco estuvo en La Maza...

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  2. Acabo de darme cuenta que lo que en los mapas militares se nombra Monte Mojo puede ser una mala interpretación de lo que nosotros llamamos Montanojo, que es la ladera que baja desde Los Picones hacia Robredo, hasta el río de Las Turrientes. Desde luego, el topónimo Monte Mojo es desconocido para los habitantes de la zona, aunque seguiré investigando.

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