Miguel Ángel Vivanco,
artista burgalés afincado en Edimburgo, me trajo el año pasado por estas fechas
un libro. Lo leí antes del verano, pero por tener que dedicarme a otros
quehaceres, no pude poner en este blog una reseña al mismo, asunto que pienso merece la pena.
Julián Zugazagoitia, nació
en Bilbao en 1899, fue un digno socialista de los pies a la cabeza, en los
tiempos que el PSOE no disponía de casta de vividores, sino casta de luchadores
proscritos, de perseguidos y de asesinados. Así acabó en 1940, después de uno
de los juicios vergonzosos que hizo el franquismo, finalizada la guerra incivil,
para demostrar que la venganza es un plato que se sirve frío. Detenido en su
exilio de París por la Gestapo, fue enviado a España junto a otros más y
condenado a muerte por delito de rebelión. -Yo, inocente hasta la médula,
siempre pensé que los rebelados fueron los otros, lo que se alzaron contra el
orden constitucional vigente-.
Pero no es mi interés hacer
publicidad a favor de partido alguno, los bancos ya les financian suficientemente
sus campañas.
Éste hombre, aparte de
político socialista, fue periodista y escritor. Quiero recordar en este blog a una de sus
obras y a uno de sus protagonistas, a la novela “El Asalto” y a “Medinilla, uno
de los personajes que en ella cohabitan.
"El asalto" describe con
precisión el sistema de semi-esclavitud en que vivieron los mineros de
Somorrostro y colindantes, durante los últimos años del siglo XIX y primeros
del siglo XX. Gentes ignorantes e inocentes, venidos de toda España, con cuyo
sudor y sangre se levantó la próspera Vizcaya, que ahora llaman Bizkaia. –Hay
gente que no recuerda el pasado y confunde quienes fueron los oprimidos y quienes
las clases dominantes, auténticos dueños y opresores-. Durante varios capítulos,
éste gran escritor irá contando cómo un puñado de valientes consiguieron concienciar
a los obreros de la necesidad de
realizar una lucha solidaria contra el injusto sistema en el que día a día
consumían una vida más propia de animales que de personas. Pero no les contaré
la novela, les recomiendo que la lean, que fue para lo que la escribió su autor.
[Vicente Blasco Ibáñez, otro
escritor preocupado por la temática social, también hizo referencia a las
condiciones inhumanas de trabajo en estas minas a principios del siglo XX, en
la novela El Intruso]
Desde un punto de vista
literario, la novela en su momento fue considerada innovadora por los críticos
al mezclar personajes reales con imaginarios. Su lenguaje es claro y los
mensajes que deja sustanciosos, para quien quiera asimilarlos.
En cuanto a Medinilla, si alguien pensó que era un
gentilicio despectivo de Medina se equivoca. Medinilla fue el gentilicio que Julián Zugazagoitia puso a un
hombre grande. En su presentación cuenta sobre él:
Bautista
llegó a hacer mucha amistad con un minero burgalés, Saturnino Gómez, a quien
llamaban Medinilla, por ser de Medina de Pomar. Medinilla hablaba mal de su
pueblo, y aseguraba que allí era todo de los curas, hasta las torres. Tenía la
manía de los curas. Su exclamación favorita era ésta:
-
Abajo
el clero, aunque sea castrense.
Se
decía que este odio a los curas le venía de haber sido un cura quien, con
engaños y malas artes, se quedara con una finca que pertenecía a sus padres
Desde entonces hizo promesa de no pisar una iglesia, y cumplía su palabra con
todo rigor.
Medinilla es un tipo que
tiene la cabeza suficiente para darse cuenta del engaño en que el sistema les sume.
Prefiere ir a la cárcel y aprender a leer que quedar hundido en el pozo de la
miseria material y espiritual al que los patronos les someten. Es un medinés inteligente y valeroso, que fue consciente de
la necesidad de salir todos juntos del pozo en que estaban sumidos. Un minero más entre los otros con la fuerza y el empuje suficientes para constituirse en
líder involuntariamente. Un hombre honrado consigo y con los demás.
Ángel
García-Sanz Marcotegui publicó en el Príncipe de Viana (edición 2013) un
artículo titulado “La historia real del padre Ayestarán, el personaje novelesco
central de El asalto de Julián Zugazagoita”. En el mismo acredita que tanto el
religioso como otros personajes de la novela existieron en la realidad, aunque
esta fuese modificada, dando como probable la existencia de Saturnino Gómez
“Medinilla”. Desconozco si el personaje respondió a una personal real o
simplemente se trato de un personaje de debía asemejarse a un estereotipo de
luchador obrero. Yo me inclino a pensar que sí existió, aunque sólo sea porque
en todo caso hacen falta muchos “Medinillas” en Medina y en el mundo entero.
Buenos días. ! Enhorabuena!
ResponderEliminarHe encontrado este blog por casualidad. Voy a viajar a Irús este verano.