El paso del C.T.V. por las Merindades (II): Questa Spagna

     Lamberti Sorrentino fue un periodista y escritor italiano, acreditado corresponsal, que escribió para el diario Gazzeta del Popolo de Turín en la Guerra Cruel (1936-1939). Era un fascista convencido, teórico y activo[1]. Vino a España para seguir al C.T.V., acompañándolo hasta las Merindades. Resuelto el Frente Norte, a favor del ejército sublevado, se volvió a Italia.

     Los medios de que disponían, por aquel tiempo, los corresponsales de guerra eran muy limitados. Los desplazamientos eran en motos o coches bastante lentos, por carreteras muy malas. Apenas existen fotos o grabaciones tomadas desde el aire en avión. Los únicos medios gráficos: el dibujo y la fotografía. No se transmitía la guerra por cine o TV, casi en directo, como se hace hoy día, con sangre y vísceras. Los antiguos reporteros de guerra podían acercarse al frente, de vez en cuando, pero en general, la noticia estaba cerca del alto mando. El estado mayor diariamente les iba facilitando datos del avance o retroceso respecto de las líneas enemigas, cifras de bajas, heridos, presos del ejército propio y enemigo, combates aéreos, etc. Realizaban entrevistas a los generales, coroneles o a simples oficiales, quienes les contaban su opinión o los entresijos de la guerra, por supuesto siempre a su favor, con descaro y sin rubor. En algunos casos, durante días o semanas había poco que contar, no había tema para hacer crónica de guerra, el frente apenas se movía. En general, el distintivo más importante de la mayoría de estos corresponsales era que, escribían con poca objetividad y mucha propaganda favorable al bando de su interés. Se ensalzaban los triunfos y silenciaban las derrotas. Alguna vez surge un observador fino, un hombre curioso, el periodista de verdad que mira todo lo que le rodea, incluida la sociedad civil, y cuenta lo que conlleva la contienda. Eso es lo que me interesa y pretendo rescatar.
      Finalizada la guerra, Lamberti Sorrentino escribió un libro sobre la misma titulado: “Questa Spagna”[2]. En el primer capítulo realiza un repaso a la historia de España, incidiendo en los aspectos más negativos de la República, los separatismos, el peligro de revolución comunista, la compleja situación internacional. Acaba justificando la Guerra Cruel española, la participación italiana y la decisión del general Franco de integrar todas las ideologías en partido único. Posteriormente, en capítulos sucesivos, el periodista va describiendo aquello de España que más le sorprendió.

Cronología de la del C.T.V. en la G.C.

    Antes de empezar las descripciones de España y los españoles hechas por Lamberti, es preciso relatar, aunque sea en forma escueta y superficial, los lugares y fechas aproximadas por donde se movió el CTV hasta llegar al Frente Norte:
- Febrero de 1937, el general Queipo de Llano esperaba impaciente al C.T.V. Con su ayuda tomaron Málaga y la costa de Granada. Los legionarios italianos entraron victoriosos, como en sus campañas de África. Era lo que esperaban.
- Marzo de 1937, el C.T.V. tomó parte, como unidad autónoma para mayor gloria del Duce, o al menos eso pensaba él que iba a ocurrir, en la batalla de Guadalajara. Se desplazó allí, hasta el último italiano que había llegado a al península. No tanto por el resultado de la batalla, que puede calificarse técnicamente de empate, como por todo lo acontecido, los historiadores militares dijeron que fue un autentico desastre[3].
     Sirva como ejemplo que las cuatro divisiones mandadas por el general Roatta, hacían la guerra con un plano Michelin de carreteras, escala 1:400.000. ¡Ni en la guerra de Gila!.
    Cuando el resultado de la batalla de Guadalajara llegó al Duce Mussolini, éste instauró con seis palabras, un nuevo criterio de funcionamiento para la CTV:
- O vincere o non si torna.
Cesaron al general Roatta y pusieron al mando al general Ettore Bastico, estructuraron las divisiones, pidieron topógrafos y cartógrafos a Roma, facturaron a los soldados poco combativos[4], etc. Entendieron entonces que esto no era el paseo de Abisinia, estaban luchando contra soldados de casi cuarenta nacionalidades distintas, dotados de un material bélico, en algunos casos, mejor que el suyo.

Questa Spagna

     Vuelvo a Lamberti Sorrentino. A principios de Febrero del 37 se desplaza desde el aeropuerto de Fiumicino a Mallorca, donde parece más un guía turístico que un corresponsal de guerra. Entrevista a Ramón Franco, a quien le recuerda que ya le entrevistó en Buenos Aires, con motivo del viaje transoceánico en el “Plus Ultra”. Después, visita emocionado el nido de amor de George Sand y Chopin. A los pocos días vuela para la península.
     Mientras el C.T.V. está en el frente de Málaga, él se encuentra en Sevilla, junto al alto mando del ejercito italiano. Es allí y en aquel momento, donde descubre el olor y sabor de España[5]. Imagínese el lector a qué podía oler y saber aquella España. El periodista afirma que: España huele a muerto y deja sabor a rancio. En varias ocasiones volvió a referirse en sus escritos al mal sabor del aceite en las casas y restaurantes[6].
     Estas memorias las escribe en 1939, han pasado dos años, tiempo suficiente para haber reflexionado sobre esta guerra cruel, salvaje, injustificable. Sirva de ejemplo: Gian Gaspare Napolitano ha dicho que el hombre español esta lleno de vida y hoy sobre la tierra nadie como él está tan cerca de la muerte. Entre la parte roja y la parte nacional han muerto en dos años de guerra 1 millón de personas (de estos 1/5 en combate o por heridas) sobre 24 millones. Un número de vidas humanas superior al que costó en toda Europa las Guerras Napoleónicas en quince años. Un muerto por cada veinticuatro habitantes (sic).
[   La mayoría de los autores que han escrito sobre la G.C. cifran las bajas en combate entre 200.000 y 300.000 personas. El resto hasta el millón en un porcentaje muy alto fueron asesinatos, por mucho que ambos bandos intentasen justificarlos con el eufemismo de ejecuciones. Jamás existieron juicios con las garantía que deben de tener, como deben ser. Se asesino por odio, por venganza, por envidia, etc.]
[ Lo que no dijo este periodista, ni otros, es que la G.C. de España hubiese durado bastante menos tiempo y habido menos muertos, si no hubiesen venido voluntario de otros lugares "para ayudarnos", o si los "estados amigos no se hubiesen forrado" vendido armamento a los dos bandos en contienda].

     Pese a todo lo que ve, le llama la atención el carácter de los españoles, siempre llenos de vida. La España trágica de la guerra civil más cruenta y cruel de la historia, es aún hoy un país rebosante de alegría. Para testimoniarlo cuenta una anécdota en primera persona:
La última noche de carnaval en el Hotel Madrid de Sevilla. Bailaba con una señorita con un vestido negro. Le he dicho que le sentaba muy bien. Me ha respondido que estaba de luto. Me he disculpado:
- ¿Alguien de la familia?.
La señora, pequeña y graciosa, ha abierto el bolso, sacado un pañuelo y recogido unas lagrimas.
- A mi marido le fusilaron hace quince días en Málaga los rojos.
Me he quedado desolado, ella me ha sonreído y ha dicho:
- Y ahora, bailamos.

     Deduzco de sus escritos que el periodista vio en la Maestranza, o sino en Salamanca,  alguna corrida de toros. Lanza una perla que bien podía haber sido de Ernest Hermingway: Los españoles tienen el don supremo: saper morire con eleganza. Observad el juego del torero: apuntando la espado sobre el cuello del toro, asume una actitud impecable (sic).
     El horror y el humor. Sin duda, los españoles debíamos parecer, y tal vez sigamos pareciendo a los ojos de un extranjero, pese a nuestra inconsciencia, un pueblo primitivo, bárbaro y muy extraño.[7] La España de los contrastes, que alucinó a Lamberti como una droga.
    Cuenta una anécdota acontecida en los últimos metros del asalto al cinturón de hierro, en el monte Archanda de Bilbao. Los requetés intentaban tomar un nido de ametralladora, con su jefe al frente, un muchacho de veinte años con boina roja, avanzaban bajo las balas del fuego enemigo cantando el “pater noster”, hasta que llegaron al puesto y mataron a puñaladas a los últimos defensores.

     De Sevilla fue a vivir a Salamanca, siguiendo al alto mando italiano. Sobre esta ciudad dice: Salamanca es un ciudad estudiosa, seria sin tradición festiva como Sevilla o Barcelona y está habitada por gente catedrática, no proclives al placer fácil. Es una ciudad de 50.000 habitantes. Por contra el Barrio Chino salmantino ocupa una vasta extensión, una veintena de callejuelas, unas 150 casas…. 5.000 personas aproximadamente, un décimo de la población total vive del vicio, en el vicio, al margen del vicio: una gran parte de la población que testimonia aún más la riqueza de este país.

[Es frecuente, casi diría de rigor, que los extranjeros que vienen a España sean muy críticos con nuestro carácter y costumbres. La falta de horarios, el desorden y aparente caos, les desbordan. Un país donde lo único previsible es la improvisación. Llega un día en que se acostumbran e incorporan nuestras miserias a sus hábitos de vida].

     Cuenta que un día, paseando con su compañero Gian Gaspare Napolitano, vieron un restaurante de nombre blasfemo: "La viuda del fraile". En la vitrina ofrecia "el tostón", un cerdito pálido y rosáceo, casi un embrión, arrancado del vientre de la cerda. Decidieron entrar. El hedor que salía de la cocina se mezclaba con el olor proveniente de los aseos, para colmo tuvieron que esperar media hora para comer, mientras contemplaban entre el humo del tabaco a una clientela congestionada de tanto comer. No se fueron, se quedaron a comer medio tostón con ensalada y se soplaron dos botellas de López de Heredia. Con una ostería simile la vita a Salamanca comincia a devenir possibile.

     Lamberti Sorrentino, el católico y fascista perfecto, un buen día dejó la pensión de sabor a aceite rancio, alquiló una casa y marchó con un compañero al otrora denostado barrio chino, donde ejercían las prostitutas. Cuenta sus vivencias en el mismo, explicando que: por el día era como un barrio cualquiera, por la noche encendían las farolas y las chicas, uniformadas y con un perfume intensamente malo, salían a las calles a buscar clientes. Durante los cuatro meses, que vivió en el Barrio Chino, vio pasar a miles de clientes civiles y de todos los ejércitos acuartelados en Salamanca y jamás supo de una bronca grave con sangre. ¡Qué organización más eficiente!, exclamó. Obviamente tuvo anécdotas variopintas, como la noche que llamaron a su puerta, a las cinco de la mañana, una cuadrilla de legionarios españoles, pidiendo guerra, de sexo por supuesto. También alguna que otra borrachera impresionante que pilló con su colega en el cabaret Manolita, situado en la calle en que vivía. Tal vez nostálgico, en su Roma seria y fascista,  añoró España y pidió para la portada del libro el dibujo de una botella de xerez. La otra, la que no tiene nombre, doy mi palabra que es de manzanilla.


Teniente italiano de caballeria en San Sebastián

     Por las diversas ciudades de España que pasa, observa que los legionarios italianos son bien vistos. Recuerda que en Salamanca una chica joven y guapa le confesaba con tristeza: ¡Yo nunca he tenido un novio italiano; y mis amigas todas lo han tenido!.
Ogni famiglia di quella terrache abbia avuto ospite, per un’ora, un giorno, un mese, il soldatino italiano, si ricorderà con simpatia dell’italianito e identificherà questa simpatia con la idea e la nacione che l’italianito representaba.


El Frente Norte.

     Retomo la cronología de la G.C. y el paso del C.T.V.. Tras la derrota del ejército sublevado en Guadalajara, los altos mandos del mismo deciden posponer la toma de Madrid y fijan como objetivo el denominado Frente Norte. Pero este frente aún es muy extenso. Prácticamente todo el C.T.V. se desplaza a la parte oriental, norte de Burgos,  norte de Alava y este de Guipuzcoa. En Abril del 37 la nueva división  mixta Frecce Nere (italianos y españoles) se dirige al flanco este del frente. Lamberti, y otros corresponsales italianos, la siguen. Van tras ella por la costa vasca[8] hasta entrar en Bilbao el 19 de Junio del 37.
     Tras la muerte del general Emilio Mola, el mando supremo de todo este frente lo ostenta el general Fidel Dávila. Bajo su mando, en este sector, están preparadas 4 brigadas de Navarra y 2 de Castilla, por parte española y todo el C.T.V.

    Parte de este frente de guerra estuvo situado aprovechando una división natural: la Cordillera Cantábrica, que separa el eje Asturias-Cantabria de Castilla. Quedaron las cumbres, y cierta comarcas de Castilla, en poder del ejército republicano. Por el sur de Cantabria toda la provincia era zona republicana, extendiéndose a algunos pueblos limítrofes del norte de Palencia y Burgos. Quedaban en manos del ejército republicano Barruelo de Santullán, Arija y algunas pedanías del Alfoz de Brizia y del Valle de Valdebezana[9]. Desde el inicio de la G.C. las posiciones habían sido bastante estables. Nunca se había producido una gran batalla, pero eran frecuentes los bombardeos aéreos y de artillería y ataques de infantería. En alguna ocasión, por efecto de estas refriegas, algún pueblo cambió de bando.

[Anexo al Capitulo II]
El legionario escultor de Ahedo de Las Pueblas

[ Finalizada la batalla de Guadalajara tanto las tropas como los corresponsales de guerra quedarón en una situación de espera qué no entendían. Durante algunos meses no participaron en una gran batalla porque no la hubo, a excepción de la colaboración de la división Fiamme Nere en la toma de Vizcaya. La mayor parte de las divisiones, del C.T.V. reestructurado[10], se fueron desplegando por las Merindades, hasta que llegase el momento del asalto a las que un tiempo se llamaron Montañas de Burgos, tarea imprescindible para acceder a Santander. La batalla de Brunete hizo que se aplazase, al menos en un mes, el asalto al Frente Norte. Algunos soldados italianos relevaron a los de primera línea de fuego, junto a las trincheras. Es el caso del legionario aburrido, pero artista, que hizo los bajorrelieves en las rocas calizas de Ahedo de las Pueblas. Otros quedaron en las zonas mas bajas de las Merindades, siempre próximos a los ríos, caso de Trespaderne y Villarcayo, o en ciudades mas grandes como Medina de Pomar, por facilidad de alojamiento y aprovisionamiento. Las tres citadas poblaciones disponían de una excelente comunicación con Burgos por ferrocarril.

Esvástica nazi, yugo y flechas, fasces romano
El 2 de Agosto de 2012, nos desplazamos a Ahedo de las Pueblas. En mas de una ocasión hemos visto unos grabados en piedra que la tradición oral  adjudica a los italianos que estuvieron en la G.C.. En las afueras del pueblo encontramos a unas personas mayores paseando. Les preguntamos por unos bajorelieves tallados en piedra. Una señora, que dice haber nacido un año antes del inicio de la contienda, se ofrece a mostrarnos a "la de las tetas bien puestas";  no lo digo yo, lo dijo ella, mujer simpática y dicharachera.


La llamaremos: "Venus de Ahedo"   
 
  La base que soporta los grabados es una roca caliza invadida por los líquenes. En la parte izquierda que la roca dispone de un saliente mas bajo donde se encuentra tallados los signos representativos de los tres regímenes que colaboran en la lucha contra la República. A la derecha se encuentra la talla de una mujer. No entendemos de arte, pero sin lugar a dudas el trabajo nos parece de calidad.

 Nos falta un detalle: identificar al italiano que pasó su tiempo realizando estas tallas en la piedra. En una esquina hemos encontrado una inscripción que sin duda identifica la unidad donde combatió: 8 524. En Guadalajara la bandera "524 Carroccio" perteneció a 1 gruppo de la división Dio lo vuole. Es muy probable que la restructurar el CTV la integrasen en el 8 gruppo de Fiamme Nere. En un foro he leído que fue una compañía de "lanzallamas". En otro parte hay unas iniciales que suponemos son del soldado. Seguiré investigando, algún día pondremos nombre al artista.



Ahogados en Manzanedo

     Pasé un día por el San Míguel de Cornezuelo y pregunté a un hombre de edad avanzada por la presencia de italianos en la G.C.

- Aquí apenas ocurrió nada durante la guerra, salvo algunos huidos de la zona de Cilleruelo que bajaron aquí a refugiarse de los bombardeos. Los rojos estaban atrincherados en Hoz de Arreba y los italianos en Cubillos del Rojo. Un día bajaron unos italianos al Ebro y se bañaron. Dos se ahogaron en los remolinos.]



   Para conocer las posiciones de ambos bandos sigo a Miguel Ángel Fraile, quien, en el excelente trabajo "Arqueología de la Guerra Civil: El Frente Norte", describe las trincheras existentes en el sector de Soncillo[11]:
Puesto en "La Paradia" cota 952
     “Comienza en el collado de Matanela, Otero Mayor (cota 1205), no existiendo posiciones anteriores por todo el cordal hasta el puerto de Las Estacas. Viene por La Cruz sobre la raya Burgos-Santander, Castrejón y el puerto del Escudo. Entre La Magdalena y el Escudo, un gran trabajo de kilómetro y medio coronando la loma, y a nivel inferior por delante, una primera línea que sobresale en cuña, batiendo espléndidamente la llanura de Corconte.
Grabado en el puesto : ¿Jóse? Torre Gómez año 1937
Bajaba la trinchera del otro flanco abrazando la cota 1035, y conserva los altos que se asoman a Valdeporres, en cumbres como Las Canteras, Somaido y La Paradia, adelantándose hasta La Mina y acaparando el macizo hasta atalayarse sobre el angosto de Las Torrientes, por donde tiene acceso el ferrocarril de La Robla. Proseguía encaramándose a la peña estirada de Monte Mojo, que ya se enfrenta al imbatible cerro de La Maza, posición muy fuerte por su elevación y sus cantiles inaccesibles, en poder de los sublevados. Ante ésta, las líneas de Quintanaentello presentan un nuevo despliegue de trincheras largas al norte del pueblo, pero ninguna como la que encinta a media ladera del macizo oeste, de casi dos kilómetros sinuosos e ininterrumpidos hasta Virtus. En este último, una curiosa excavación en la peña arenisca destinada a refugio, con fecha de julio de 1937, y otros similares que se quedaron inacabados. Posición adelantada sobre la suave cota 858, junto a la carretera Cilleruelo-Soncillo, y después va por la cota 941 del macizo de Raspaneras y lo bordea en parte con posiciones intermitentes. El desaparecido Torres de Arriba y la cota 976 eran de los nacionales, hasta la doble fortificación de Cielma. Tanto esta última como La Maza, defendían a Soncillo por los flancos impidiendo su envolvimiento, defendiéndose de los republicanos de Tureña. Es el final del sector, retrocediendo levemente por las crestas de Carrales. Soncillo tiene trincheras sobre la misma colina en que se asienta, y sobre el molino de La Gándara”.


Legionarios italianos desfilando por Burgos

     La concentración de tropas republicanas fue muy alta en la zona del frente que limita con las Merindades, sobre todo desde la caída de Bilbao;  pero su moral muy baja, a lo que se unía una descoordinación importante. Al mando del general Mariano Gamir, había batallones de gudaris de Euzkadi, ejército de Santander y ejército de Asturias[12].
Sin duda, los altos mandos de ambos ejércitos contendientes, al inicio del verano del 37, disponían de una gran información sobre el enemigo, posiciones, tropas, efectivos de artillería. La batalla estaba servida. 

     ¿Estuvo il legionario Pucci en la batalla más grande acontecida en las Merindades?. Sigo sin saberlo, pero espero estar allí en Agosto para contárselo.


El piloto italiano Valerio de Campo en Villarcayo 01/08/1937
Caza Fiat CR 32 conocido por "Chirri" 

Mientras tanto, durante el mes de Julio, los italianos en Villarcayo ponen a punto los Fiat CR32 depositados en el Campo de Aviación. Los médicos preparan los quirófanos del Hospital de Sangre. En Medina de Pomar hay un intenso ir y venir de altos mandos de C.T.V. Las tropas descansan en San Bernabé y otras zonas abrigadas y sombrias. Se aproximan días terribles en que Las Merindades olerán a muerto y sabrán a grasa rancia de fusil italiano.
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[1] La mayoría de los periodistas acreditados en la G.C. respondían a este perfil. Bien es cierto, que por aquel tiempo en Italia, se era fascista o antifascista, no existían los neutrales, y la mayoría eran fascistas. A los corresponsales de guerra, algún día, les dedicaré un capítulo.
[2] Editorial Roma, marzo de 1939. Se encuentra a disposición del público en formato pdf en el Istituto Storico Parri Emilia Romagna.
[3] Cito de nuevo el testimonio de Renzo Lodoli en la entrevista que le realizó el periódico El Mundo: Fue horroroso, ya que allí, nuestro Estado Mayor se equivocó en todo. Estábamos a mil y pico metros de altitud, había mucha nieve, hacía mucho frío y no estábamos bien equipados. Los soldados, por ejemplo, no teníamos guantes. Mi general pidió guantes. ¡Llegaron en junio! Algunos compañeros murieron de frío. Había una única carretera, la carretera de Francia. Viajábamos en una fila de autocares que ocupaba toda la calzada con lo que si un autocar se paraba, toda la columna de coches se tenía que detener detrás. Fuimos al bosque de Brihuega, y ahí nos dijeron: «Aquí está el frente». Había anochecido, nevaba. Los italianos de las Brigadas Internacionales habían avanzado 40 kilómetros hasta Torija e intentaban tomar el pueblo. Nosotros éramos más fuertes, pero ellos eran más. Nosotros éramos 40 batallones de infantería, pero 33 eran banderas, es decir, batallones ligeros. Ellos tenían 44 batallones de infantería, 90 carros rusos de combate y la aviación. Nuestros aviones se habían visto obligados a permanecer en la base, que estaba en Soria, porque llovía y había mucho barro lo que les impedía despegar. Sin embargo, los aviones rojos sí salían, porque se encontraban en los campos de Madrid, donde disponían de varias pistas de asfalto. Resistimos lo que pudimos y luego retrocedimos hasta Almadrones. Los rojos tardaron en avanzar dos o tres días. No sabían que nosotros habíamos retrocedido. En el campo no había casas. En la meseta de Castilla no hay apenas casas. Nuestra posición estaba muy próxima al palacio de Ibarra. Era un palacio muy hermoso, decorado con numerosos cuadros, pinturas y alfombras. Cuando una de nuestras banderas llegó al palacio, dijeron: «¡Oh, aquí nos quedamos!» Llevábamos una semana conviviendo con la nieve, la lluvia y el barro de manera que los compañeros no se lo pensaron y se pusieron a descansar allí. Entonces fueron atacados por las Brigadas Internacionales. Murieron casi todos. Fueron sorprendidos mientras dormían, ¡una cosa horrorosa! Es mejor olvidar. Los rojos, después, sepultaron a los suyos y, a los nuestros, los arrojaron a una fosa común que todavía no se ha encontrado. En Guadalajara, con los rojos, estaban los italianos de la Brigada Garibaldi, que no hicieron nada. Decían que no querían que italianos combatiesen contra italianos, de modo que aunque la Brigada Garibaldi fue enviada al frente, apenas actuó. Iban en unos camiones con altavoces y nos gritaban: «Italianos, cabrones, tenéis que venir con nosotros. Somos los defensores de la libertad y de la democracia». Y cantaban Giovinezza. Eso era todo lo que hacían. Una noche, en Guadalajara, tuve que ir a tomar contacto con una bandera. Llovía. Cuando les encontré, estaban cantando Giovinezza y les pregunté: «¿Por qué cantáis esa canción? Sólo los rojos cantan Giovinezza». Era para confundir, ya que en el bosque no se sabía quién era amigo y quién enemigo. Además, los uniformes eran casi iguales, bueno, eso cuando había uniformes. El primer rojo que murió en Guadalajara fue uno que se despistó y apareció en nuestras líneas. Se parapetó detrás de un árbol y empezó a disparar. Tenía una chaqueta de civil y un fusil. Los nuestros dispararon y cayó herido muy grave. Antes de morir se santiguó. Llevaba en la cartera estampas de santos y el carné de Socorro Rojo. Era un campesino de Ciudad Real. El primer italiano de mi bando que murió en Guadalajara, fue uno que durante la noche, como no había aseos, se alejó un poco; cuando volvió, un centinela le dio el alto y aunque él se identificó, el soldado le disparó. ¡Mira que durante el día disparaban y no acertaban casi nunca!, pero esa vez, de noche y todo, no falló. Estas cosas pasaban todos los días.
[4] Fue común entre los italianos hechos presos por las tropas republicanas decir que habían venido a la G.C. de España engañados. Algunos declararon que cuando subieron al barco les dijero que iban a las colonias de italia en África; otros alegaron que desconocían iban a vernir a la guerra de Spagna.
[5] Mentre a 100 chilometri si svolgeva la bataglia di Malaga, mi ci avevano scaraventato dentro, a questo odore di morte. Un odore che non mi ha abbandonato più durante dieciséis mesi di guerra in Spagna; si son stato come in mezzo a un tanfo di cucina. È come il tanfo dell olio cattivo di cui vi parlerò in seguito.
[6] Due barriere naturali ha la Spagna, disse un generale di Napoleone: I Pirenei e l’olio rancio : I Pirinei si possono varcare , l’olio rancio no.
[7] De la entrevista de Renzo Lodoli a el diario El Mundo: Estábamos obligados a entregar los prisioneros a los nacionales en un plazo de 48 horas. Los fusilaban a todos. Los españoles eran de paredón fácil. De un bando y del otro. Nuestras divisiones estaban llenas de prisioneros. Casi todos eran gudaris vascos. A muchos les pusimos el uniforme italiano para salvarles la vida. Hubo un capitán republicano que combatía en el frente de Santander que fue hecho prisionero y sabíamos que si lo entregábamos lo iban a fusilar. El comandante del regimiento de artillería le puso un uniforme italiano y ese hombre hizo toda la guerra con nosotros como topógrafo. Incluso fue condecorado con una medalla de bronce por detectar un depósito de municiones. Cuando acabó la guerra y volvió a su casa, lo detuvo la Guardia Civil y fue condenado a muerte. Gracias al embajador italiano pudo salvar la vida, aunque tuvo que estar preso durante algunos años. Al principio, los españoles nos llamaban cobardes, porque cuando avanzábamos, íbamos de un árbol a otro, o de una piedra a otra, mientras que ellos avanzaban en línea recta, con la bandera y el crucifijo de los requetés como escudo y al descubierto. Aprendieron mucho de nosotros. A los italianos nos sorprendían muchas de las cosas que hacían. Por ejemplo, en el frente de Bilbao, en Orduña, había una peña que era defendida por unos requetés que tenían su casa justo debajo, en el valle. Todas las noches iban a dormir a su casa. ¡La guerra la hacían durante el día! ¡Los españoles combatían así! A la hora de la comida cesaban los tiros y después de comer proseguían. Y por la noche no combatían nunca. Lo que más esfuerzo nos costaba era el aceite. Teníamos que hacer dos ranchos: uno para los españoles y otro para nosotros. A los españoles no les gustaba nuestro aceite y a nosotros no nos agradaba el aceite de los españoles.
[8] Un mal entendido les lleva a avanzar en exceso y quedar rodeados en Bermeo. Il Generale spagnolo Mola, comandante delle operazioni, aveva mandato a Piazzoni un telegramma invitandolo a non avanzare verso il Nord prima che fosse conquistato il Monte Sollube, che gli avrebbe così assicurato il fianco sinistro; però il telegramma arrivò alla Brigata troppo tardi, cioè quando il Colonnello Piazzoni aveva già disposto, lanciando il II Battaglione del 3° Reggimento verso il nord. Questo reparto, agli ordini del Maggiore Puzzoli, avanzando vigorosamente sulla sinistra della Ria del Oca, occupava i paesi di Forue, Morueta, Altamira, Busturia, Pedernales e Mundaca, entrando in Bermeo la sera del 30 aprile. Después siguieron avanzando por Baquio, Plencia, Guecho y contribuyeron a asalto del cinturón de hierro de Bilbao.
[9] No eran pueblos agrícolas. En Barruelo vivían principalmente de la mina de carbón y en Arija, y pueblos circundantes, de la fábrica de cristal. El Partido Socialista, Frente Popular y la UGT tuvieron mucha fuerza en la comarca.
[10] Division Fiamme Nere (absorvió a Dio lo Vuole y Penne Nere), al mando del general Lugi Fruci. División XXIII de Marzo, al mando del general Enrico Francisci. División Litorio, la división de asalto profesional, al mando del general A. Bergonzoli. Artilleria al mando del general Manca. Ingenieros al mando del coronel Lastrucci. En total unos 29.00 hombres.
[11] Cuadernos de Campoo, número 33. Arqueología de la Guerra Civil: El Frente Norte.
[12] Dolores Ibarruri, Pasionaria, en El último camino, escribe: Hablar del Ejército del Norte era un eufemismo. Había las milicias de Asturias, las milicias de Santander y las del País Vasco, que en general actuaban cada una con sus propios mandos... No se toleraba que ningún intruso se inmiscuyese en asuntos de familia, aunque la estrechez egoísta y localista llevase a unos y a otros a la catástrofe, y a todos, a ir preparando el terreno para la derrota de la República…

San Sebastián, Julio de 2011. Continuará...

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